Consultoría Creativa

Blog de Robby

En este Blog, Robby Ralston postea sus ideas personales y comparte los artículos que ha publicado a través de los años.
El blog existe desde desde el 2004.

El Vendepatria - Una comedia que no es chiste.

Para hacerse grandes, las marcas, al igual que las personas, necesitan un objetivo, una visión, algo que les dé una razón de ser. Esa visión no puede ser un mero enunciado de lo que ya haces, no tiene sentido. Nike no dice “quiero fabricar zapatillas”. Nike dice “quiero hacer de cada persona, un deportista”. Esa, es una visión.

Con las personas pasa lo mismo: uno no se hace doctor, o ingeniero, o publicista, sin antes definir qué es lo que quiere lograr. Primero defines que quieres dedicar tu vida a curar a las personas que están enfermas, y luego te dices “Voy a ser doctor”. Sólo entonces te comprometes a quemarte las pestañas durante 7 años para empezar a serlo, y al terminar dedicas el resto de tu vida a ser el mejor doctor que puedas ser, para curar cada vez a más personas.

Si la necesidad de una visión es válida para las personas, para las corporaciones y para las marcas... cuánto más no lo será para un país!

Diseño Portada El Vendepatria: Roni Heredia.

Un País sin visión.

Yo pienso que uno de los principales problemas de nuestro querido Perú es que no tenemos un propósito, una razón de ser. Nos falta esa visión.

En ninguna parte se nos dice qué debemos ser los peruanos, a qué debemos aspirar. La ausencia de esa visión nacional es a mi juicio la razón principal de nuestra falta de unión, nuestra falta de solidaridad y nuestra falta de patriotismo. Somos 30 millones de individuos que comparten un territorio, pero no tenemos un propósito común. Hemos nacido en el país del sálvese quien pueda y… eso es lo que hacemos.

Cuando nuestro himno canta “Somos Libres”, nos propone una visión tan cortoplacista como decir “quiero fabricar zapatillas”. Ok, ya somos libres. Hace casi 200 años somos libres! ¿Y ahora, qué?

El Artículo I de la Constitución del Perú debería establecer la razón de ser del Perú. Y lo hace, pero de una forma lamentable. Dice: “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado.” Discúlpenme, pero ese es el objetivo más mongo que alguien pudo escribir jamás: ¿Existimos para defendernos y ser dignos? ¿En serio? No existe en esa frase ningún reto, ninguna meta, ninguna inspiración, ninguna noción de la patria que queremos. ¿Qué debo ser para ser un buen peruano? ¿Defenderme y ser digno? Vamos...

La historia del hombre al que se le ocurrió que la mejor manera de hacer patria, era vendiendo el país.

Al escribir El Vendepatria, esa fue la idea central que anduvo dando vueltas en mi cabeza. Tenemos un hermoso país, riquísmo en recursos y en calidad humana, pero un país sin sentido alguno. Los hombres que deberían darle un sentido, nuestros líderes políticos, no lo hacen. En consecuencia, el país no funciona. No ha funcionado en 200 años y con los políticos que tenemos -dedicados más que nada a meterse a la cárcel entre ellos- no va a funcionar nunca.

Frustrado ante la realidad de un país que no funciona, a Jorge Locke (a) Coco Loco, el personaje central de la comedia, se le ocurre que el mejor bien que le puede hacer a sus compatriotas es convencerlos de la idea de vender el país a un país de primer mundo, que sí tenga claras las cosas y que tenga los líderes que una nación necesita para progresar.

Coco Loco funda el Partido Pragmático Peruano y en realidad no necesita hacer mucho esfuerzo para convencer a la gente. Primero, porque muchos comparten con él la frustración con la clase política y la sensación de una falta de rumbo. Segundo, porque en un país en el que los votos se compran normalmente con latas de atún, bolsas de arroz y pelotas vinibol, la promesa de 100,000 dólares por persona es irresistible. Locke logra ser elegido con la mayoría más grande de la historia, para vender el Perú en una licitación internacional, para ser el último Presidente del Perú.

Pero... en el proceso pasa algo. Coco Loco cambia el Artículo I de la Constitución y le da un propósito al país. Poco a poco, mientras transcurre el largo proceso necesario para vender el Perú, el país va cambiando: el Congreso empieza a funcionar, el Poder Judicial empieza a funcionar, la Policía empieza a funcionar. hasta los ciudadanos empiezan a comportarse distinto, a formalizarse, a obedecer las leyes, a respetar los semáforos... En el camino, muchos empiezan a dudar respecto a si vale la pena seguir con la idea de vender el país, pero ni modo, el proceso sigue y el Perú se vende a una potencia extranjera.

Todo tiene precio. 

Todo tiene precio. 

¿Lo arreglamos? O lo vendemos.

En forma de comedia, El Vendepatria es mi forma de invitar a mis queridos despatriotas a reflexionar un poco respecto a esta maravilla de país que tenemos, a parar la pelota y pensar. Necesitamos cambiar la forma en que elegimos a nuestros políticos y autoridades. Necesitamos poner gente que piense, que idee, que proponga y dialogue. Gente con visión.

Yo no le he escuchado a ninguno de los 4 candidatos que lideran las encuestas decirme qué diablos quieren hacer con el país. Ellos sólo quieren el poder. Quieren manejar el auto, pero si les preguntas hacia dónde quieren ir... no saben! Quieren sacar el auto a pasear y meterle el acelerador a fondo para ver qué se siente y para tomarse un selfie en el asiento del piloto. Y nosotros, como unos pelotudos irresponsables les damos las llaves del Mercedes sin pedirles ni siquiera que nos muestren el brevete!

Espero que la lectura de El Vendepatria divierta a las personas, pero al mismo tiempo, genere la reflexión y propicie en algo el cambio que necesitamos, para hacer del Perú la patria que no tenemos, pero merecemos.

Y si no… pues en una de esas sí que nos conviene vender esta vaina! ;)

PS: Si quieren darle una leída a un par de capítulos, descárguenlos gratis en www.elvendepatria.com